Unidad 4 Interacciones estratégicas y dilemas sociales
4.9 Empleo de experimentos para estudiar comportamientos económicos
Conocer las motivaciones de las personas (altruismo, reciprocidad, aversión a la desigualdad o egoísmo) es esencial para poder predecir su comportamiento laboral o familiar, sus acciones como defensoras del medio ambiente o como ciudadanas.
En economía se usan experimentos (como el de bienes públicos de la sección anterior) para estudiar comportamientos en condiciones controladas.
Gregor Mendel, científico (y fraile) del siglo XIX, recurrió a experimentos controlados para desentrañar las leyes de la herencia genética. Para ello efectuó cruces sistemáticos entre plantas de guisantes con rasgos diferentes y después observó y midió siete características de cada planta. No podemos esperar que el comportamiento humano se explique a partir de siete mediciones, pero en economía se utiliza un planteamiento similar para identificar los factores que más pesan en la toma de decisiones económicas e inferir las preferencias que subyacen a las decisiones humanas.
Los experimentos se preparan para que tengan el mayor realismo posible, pero controlando al mismo tiempo las condiciones en las que se toman las decisiones. Esto permite observar cómo cambian las decisiones cuando se modifica una sola de las condiciones y se mantienen constantes todas las demás. Por tanto, en el experimento de bienes públicos:
- Se efectuó el mismo experimento idéntico en todas las ciudades.
- Todas las personas que participaron en él fueron estudiantes universitarios de edades y procedencias sociodemográficas similares.
- Cada participante recibió las mismas instrucciones e información sobre el experimento.
- Las interacciones se efectuaron mediante computadora y de forma anónima.
- Las decisiones tuvieron consecuencias reales: cada participante recibió una cantidad de dinero igual al total de los pagos obtenidos al final del experimento.
Para aislar el efecto de la posibilidad de que los jugadores se castigaran unos a otros si consideraban demasiado bajas las contribuciones de los demás al bien público, se efectuó una división aleatoria de los participantes en dos grupos, uno de tratamiento que jugó con la posibilidad de imponer un castigo, y otro de control que no dispuso de esa opción.
Muchas universidades cuentan con laboratorios informáticos donde se realizan «experimentos de laboratorio» de este tipo en los que suelen participar estudiantes. Juan Camilo Cárdenas, economista de la Universidad de los Andes de Bogotá (Colombia), realiza experimentos sobre dilemas sociales con personas que se enfrentan a problemas similares en su vida real, como la sobreexplotación de un bosque o de una zona pesquera.
Para conocer un resumen de la clase de experimentos efectuados, los principales resultados obtenidos y si el comportamiento en el laboratorio experimental predice el comportamiento en la vida real, lee las investigaciones que han realizado algunos especialistas en economía experimental. Por ejemplo, Colin Camerer y Ernst Fehr,1 Armin Falk y James Heckman,2 o los experimentos efectuados por Joseph Heinrich junto a un amplio equipo de colaboradores de diversas partes del mundo.3
La forma en que se comportan las personas durante los experimentos permite predecir cómo reaccionarán en situaciones de la vida real. Por ejemplo, pescadores de Brasil que mostraron un comportamiento más cooperativo durante un juego experimental también pescaban de una manera más sostenible que pescadores que se revelaron menos cooperativos durante el experimento.
Pregunta 4.10 Elige las respuestas que sean correctas
De acuerdo con el vídeo «Economista en acción» de Juan Camilo Cárdenas, ¿cuál de los siguientes enunciados se corresponde con lo que descubrieron los economistas a través de experimentos que simulan situaciones relacionadas con bienes públicos?
- El profesor Cárdenas menciona este descubrimiento en el vídeo.
- El profesor Cárdenas considera que los grupos con mayor desigualdad se muestran más desconfiados y menos cooperativos.
- Las conductas cooperativas se dan incluso cuando se ofrece dinero real a quienes participan en los experimentos, como en los realizados por el profesor Cárdenas.
- El profesor Cárdenas menciona este descubrimiento en el vídeo.
Ejercicio 4.10 ¿Qué validez tienen los experimentos de laboratorio?
En 2007, Steven Levitt y John List publicaron un artículo titulado «What Do Laboratory Experiments Measuring Social Preferences Reveal About the Real World?». Lee el artículo para responder estas preguntas.
- Según este artículo,4 ¿por qué y de qué manera pueden variar los comportamientos en la vida real de los observados en experimentos de laboratorio?
- Usa el ejemplo del experimento de bienes públicos para explicar por qué podría haber diferencias sistemáticas entre las observaciones plasmadas en las figuras 4.14a y 4.14b y lo que ocurriría en la vida real.
Experimentos de campo
En economía también se realizan experimentos «sobre el terreno»: consisten en la modificación deliberada de las condiciones económicas en las que se toman decisiones reales para observar cómo cambia el comportamiento de las personas. Un experimento efectuado en guarderías infantiles israelíes en el año 1998 reveló que las preferencias sociales pueden ser muy sensibles a experiencias previas.
Es muy habitual que los padres acudan con el tiempo justo a buscar a sus hijos a la guardería. Algunas veces llegan tarde y perjudican al personal de esos centros porque lo obligan a trabajar más. ¿Qué harías tú para disuadir a los padres de llegar tarde?
Dos economistas realizaron un experimento de campo introduciendo multas en varias guarderías infantiles (grupo de tratamiento) pero no en otras (grupo de control). El «precio del retraso» variaba entre cero y diez séqueles israelíes (unos 3 dólares de entonces) dependiendo de lo tarde que se llegara. La figura 4.15 muestra qué sucedió. Curiosamente, tras la introducción de la multa, se duplicó la frecuencia de los retrasos.
Figura 4.15 Promedio semanal de padres que llegó tarde.
Uri Gneezy y Aldo Rustichini. 2000. «A Fine Is a Price». The Journal of Legal Studies 29 (January): pp. 1–17.
¿Por qué fue contraproducente poner un precio a los retrasos?
Una explicación posible es que antes de introducir las multas, la mayoría de los padres llegaba con puntualidad porque consideraban que eso era lo moralmente correcto o lo responsable para no causar inconvenientes al personal del centro infantil. Tal vez sintieran una preocupación altruista por el personal o consideraran que llegar a tiempo era una responsabilidad recíproca en el cuidado conjunto de sus hijos.
Sin embargo, la introducción de una multa señalizó una situación más parecida a una compra. La impuntualidad tenía un precio y, por tanto, podía comprarse, igual que las verduras o un helado.5 Si pagabas su precio, tenías derecho a llegar tarde sin más consecuencias.
En este artículo, la premio nobel Esther Duflo explica cómo pueden influir en política gubernamental los experimentos de campo, también conocidos como ensayos controlados aleatorios.
- efecto desplazamiento o efecto expulsión
- Existen dos usos muy distintos para estos términos. Uno se refiere al efecto negativo que se observa cuando los incentivos económicos desplazan las motivaciones éticas o sociales de las personas. En los estudios sobre comportamientos individuales, los incentivos pueden conllevar un efecto desplazamiento sobre las preferencias sociales. El segundo uso del término alude a cuando el aumento del gasto público induce una reducción del gasto privado, tal como cabría esperar, por ejemplo, en una economía que trabaja a pleno rendimiento o cuando una expansión fiscal va asociada a una subida de los tipos de interés.
El uso de un incentivo parecido al de los mercados (el precio de la impuntualidad) había proporcionado lo que en psicología se denomina un nuevo «marco» para la decisión y sirvió para cambiarla de tal manera que resultara aceptable el interés propio en lugar de la preocupación por los demás. Y lo que es peor, el figura 4.15 evidencia que cuando se suprimió la multa, los padres siguieron llegando tarde a buscar a sus hijos. Daba la impresión de que habían adaptado de forma permanente su idea de lo socialmente aceptable. Aprendieron que es aceptable llegar tarde y actualizaron sus preferencias de acuerdo con ello. Cuando las multas y los precios tienen estos efectos indeseados, decimos que los incentivos han desplazado las preferencias sociales.
Pregunta 4.11 Elige las respuestas que sean correctas
La figura 4.15 ilustra el promedio semanal de padres que llegó tarde a las guarderías en las que se introdujo una multa y en las que no. Las multas se acabaron retirando, tal como se indica en el gráfico.
A partir de esta información, lee los siguientes enunciados y elige las opciones que sean correctas.
- El gráfico indica que el número de padres que llegaron tarde se multiplicó por más de dos en el centro en el que se introdujo el incentivo similar al de los mercados (la multa).
- Los padres pagaban la multa si llegaban tarde, pero no en caso contrario. Por tanto, se puede considerar como el precio que se pagaba por llegar con retraso.
- El gráfico muestra que la cantidad de padres que llegaron tarde siguió siendo elevada después de abolir las multas, de modo que es posible que el experimento tuviera un efecto permanente.
- El desplazamiento de las preferencias sociales se produce cuando la obligación moral de no llegar tarde se reemplaza por el incentivo similar al de los mercados de comprar el derecho a llegar tarde sin ningún reparo ético. Este resultado es evidente en el gráfico justo después de la introducción de las multas.
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Colin Camerer y Ernst Fehr. 2004. «Measuring Social Norms and Preferences Using Experimental Games: A Guide for Social Scientists». En Foundations of Human Sociality: Economic Experiments and Ethnographic Evidence from Fifteen Small-Scale Societies, eds. Joseph Henrich, Robert Boyd, Samuel Bowles, Colin Camerer y Herbert Gintis. Oxford: Oxford University Press. ↩
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Armin Falk y James J. Heckman. 2009. «Lab Experiments Are a Major Source of Knowledge in the Social Sciences». Science 326 (5952): pp. 535–538. ↩
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Joseph Henrich, Richard McElreath, Abigail Barr, Jean Ensminger, Clark Barrett, Alexander Bolyanatz, Juan Camilo Cárdenas, Michael Gurven, Edwins Gwako, Natalie Henrich, Carolyn Lesorogol, Frank Marlowe, David Tracer, y John Ziker. 2006. «Costly Punishment Across Human Societies». Science 312 (5781): pp. 1767–1770. ↩
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Steven D. Levitt, y John A. List. 2007. «What Do Laboratory Experiments Measuring Social Preferences Reveal About the Real World?» Journal of Economic Perspectives 21 (2): pp. 153–174. ↩
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Samuel Bowles. 2016. The Moral Economy: Why Good Incentives Are No Substitute for Good Citizens. New Haven, CT: Yale University Press. ↩