Unidad 5 Las reglas del juego: ¿Quién obtiene qué y por qué?
5.2 Instituciones y poder
A finales del siglo XVII y principios del XVIII, los trabajadores ordinarios no tenían derecho en ningún otro lugar del mundo al voto, a una compensación por accidentes laborales o a una protección frente a decisiones arbitrarias por parte de la autoridad como los garantizados en el reglamento del buque Royal Rover. Los artículos del Royal Rover fijaban por escrito los pactos entre piratas sobre sus condiciones laborales. Estipulaban quién hacía qué a bordo y qué dividendos correspondían a cada cual. Por ejemplo, lo que recibía el timonel comparado con el artillero. También existían normas más informales, no escritas, sobre conductas adecuadas que los piratas seguían por costumbre o para evitar el rechazo del resto de la tripulación.
Instituciones
- institución
- Una institución es un conjunto de leyes y de normas informales que regulan interacciones sociales entre las personas y entre las personas y la biosfera; a veces también se conoce como reglas de juego.
- incentivo
- Recompensa o castigo económico que influye en los beneficios y los costes de otras actuaciones alternativas.
Estas reglas, tanto las escritas como las no escritas, eran las instituciones que regían las interacciones entre los piratas del Royal Rover.
Las instituciones estipulaban tanto las restricciones (no beber alcohol después de las 8 de la noche excepto en cubierta) como los incentivos (el mejor par de pistolas para el vigía que avistara un buque que después fuera apresado). Siguiendo la terminología de la teoría de juegos de la unidad 4, podríamos decir que eran las «reglas del juego», las cuales, igual que en el juego del ultimátum, especifican quién puede hacer qué y en qué momento, así como de qué manera las acciones de los jugadores determinan sus pagos.
Piezas clave
El juego del ultimátum se describe en detalle en la sección 4.11.
En esta unidad utilizamos indistintamente las designaciones «instituciones» y «reglas del juego».
Los experimentos que expusimos en la unidad 4 evidencian que las reglas del juego influyen en:
- cómo es probable que se juegue;
- el pago total disponible para los participantes;
- cómo se reparte ese total.
- juego del ultimátum
- Juego en el que el primer jugador propone un reparto de un pastel al segundo jugador, que puede aceptar, en cuyo caso cada uno recibe el trozo propuesto por el primero, o rechazar, en cuyo caso ninguno recibe nada.
- asignación
- En una interacción económica, una asignación es una distribución particular de bienes u otros objetos de valor entre todos los participantes.
Por ejemplo, en el juego del ultimátum, las reglas (instituciones) especifican el tamaño del pastel, quién asume el papel de proponente, qué puede hacer este (ofrecer alguna fracción del pastel), qué puede hacer el receptor (aceptar o rechazar) y quién obtiene qué (la asignación) como resultado de todo ello.
Un cambio en las reglas del juego alterará también el resultado. En particular, cuando hay dos receptores en el juego del ultimátum es más probable que se acepten ofertas más bajas porque ninguno de ellos sabe con seguridad qué hará el otro. Y esto significa que el proponente puede ofrecer cantidades más bajas y obtener un pago más elevado (sección 4.12).
- poder
- Capacidad para hacer (y conseguir) las cosas que se quieren, en oposición a las intenciones o intereses de otros.
Puesto que las instituciones determinan quién puede hacer qué y cómo se reparten los pagos, también condicionan el poder de cada individuo para obtener lo que quiere cuando interacciona con otras personas.
Poder
Poder
Capacidad para hacer y obtener las cosas que queremos frente a las intenciones de otras personas.
En interacciones económicas voluntarias se dan dos formas de poder:
- Poder estructural: Cuando dos personas se comprometen de manera voluntaria a comprar o vender algo o cuando una emplea a la otra, el acuerdo al que lleguen debe brindar a cada una de ellas un resultado que mejore lo que podrían conseguir si pusieran fin a esa relación y tomaran su siguiente mejor alternativa. Cuando tratamos con conflictos sobre cómo se repartirá algo de valor, el poder estructural de una persona es el valor de su siguiente mejor alternativa. Tener poder estructural significa tener capacidad para rechazar un mal acuerdo. El poder estructural de una persona está limitado por el poder estructural de la otra: lo máximo que podría conseguir una persona es la cantidad que haría que la otra no estuviera en una situación mejor que con su siguiente mejor alternativa. No es posible que obtenga más que eso porque, si así fuera, la otra se negaría a participar en la interacción y tomaría su siguiente mejor alternativa.
- Poder de negociación: El poder estructural de las dos partes implicadas en una interacción voluntaria determina tanto lo máximo como lo mínimo que puede obtener una persona para que la interacción se produzca. Lo que cada persona obtiene entre esos dos extremos está determinado por su poder de negociación. Cuando se ejerce el poder de negociación es posible:
- establecer los términos de un intercambio, por ejemplo, lanzando una oferta de «o lo tomas o lo dejas» (como en el juego del ultimátum);
- imponer o amenazar con imponer costes elevados si la otra parte no actúa de un modo beneficioso para la persona que tiene el poder.
Instituciones y poder en el juego del ultimátum y en la historia
Las reglas del juego del ultimátum condicionan los pagos que reciben quienes participan en él (con qué ventaja cuentan para el reparto del pastel). La capacidad para lanzar una oferta de «o lo tomas o lo dejas» otorga más poder de negociación al proponente que al receptor y suele dar como resultado que el proponente obtenga más de la mitad del pastel. Este puede quedarse al menos la mitad del pastel, porque las ofertas de 50-50 se aceptan casi siempre. Aun así, el poder de negociación del proponente es limitado, ya que el receptor tiene la posibilidad de rechazar la oferta. Sin embargo, cuando hay dos receptores, disminuye el poder para rechazar, por lo que aumenta el poder de negociación del proponente. Un cambio aparentemente pequeño en las reglas del juego (dos receptores en lugar de uno) marca una diferencia considerable en cuanto a poder de negociación.
Supongamos, por el contrario, que permitimos que el proponente ofrezca el reparto que quiera del pastel sin que el receptor tenga ninguna otra función más que la de quedarse lo que le den (si es que es algo). En estas condiciones, todo el poder de negociación recae sobre el proponente, y el receptor no tiene ninguno. Existe un juego experimental similar que se llama (como habrás adivinado) el juego del dictador. Todas estas son maneras en que las instituciones (las reglas del juego) influyen en el poder de negociación.
Un cambio en el poder estructural también podría condicionar el reparto de los pagos en el juego del ultimátum. Supón que las reglas del juego se modifican para incrementar la siguiente mejor alternativa del receptor: si rechaza la oferta del proponente obtendrá un pago procedente de alguna otra fuente igual al 40 % del pastel que está en juego, en lugar de cero. En este caso, el receptor rechazaría cualquier oferta inferior al 40 %, y, sabiendo esto, el proponente no le ofrecería menos del 40 % del pastel.
En los experimentos, la asignación del papel de proponente o receptor y, por tanto, del poder de negociación suele efectuarse al azar. En las economías de la vida real, la asignación del poder no es aleatoria en absoluto y tiene implicaciones considerables para el resultado final de cualquier interacción estratégica y la manera en que se reparte.
Dentro del mercado laboral, el poder para fijar los términos del intercambio suele recaer sobre las personas propietarias del negocio: ellas son las que proponen el salario y otras condiciones laborales. Quienes buscan empleo hacen las veces de receptores y, como por lo común hay más de una persona para optar a un mismo puesto, es posible que su poder de negociación sea bajo, igual que lo es en el juego del ultimátum cuando hay más de un receptor. Además, como el lugar de trabajo es propiedad privada del empleador, este último puede excluir al trabajador con un despido si su labor no cumple las especificaciones del empleador. Esta es la razón por la que los empleadores tienen un poder de negociación decisivo. Pero si los empleados consiguen adquirir poder estructural convenciendo a las autoridades gubernamentales para que les proporcionen algún tipo de subsidio en caso de perder el trabajo, entonces esas medidas impondrán un límite al salario mínimo que puede ofrecer el empleador para retener a sus trabajadores.
La figura 2.18 evidencia que la productividad laboral empezó a aumentar en Gran Bretaña hacia mediados del siglo XVIII. Pero hubo que esperar hasta mediados del siglo XIX para que la demanda de mano de obra e instituciones nuevas, como los sindicatos y el derecho al voto de los trabajadores, concedieran a los asalariados un poder estructural y de negociación suficiente para que se produjera un incremento sustancial de sus retribuciones laborales.
En la unidad 6 explicamos de qué manera el mercado de trabajo y otras instituciones otorgan poder de negociación a las personas empleadoras: estas fijan los salarios y otros términos del intercambio y, después, dirigen la labor de los empleados y tienen capacidad para despedirlos si incumplen sus dictados. Cuando los empleados están afiliados a un sindicato, también tienen cierto poder de negociación.
En las unidades 7 y 8 explicamos que los precios que imponen las empresas dependen del poder estructural y del poder de negociación tanto de ellas mismas como de los consumidores. Una empresa con pocos competidores tiene poder de negociación (puede fijar precios). Pero si hay muchos vendedores de productos similares, las empresas se ven obligadas a poner precios más bajos, porque el consumidor adquiere poder estructural con ello: su mejor alternativa es tan sencilla como cambiar de marca. En la unidad 9 explicamos que el mercado crediticio otorga poder a los bancos y otros prestamistas sobre las personas que buscan hipotecas y préstamos.
Ejercicio 5.1 El juego del dictador
En el juego del dictador, el proponente elige cómo repartir el pastel, y el receptor no tiene ninguna otra opción más que aceptar la decisión del proponente. Supón que al proponente se le dan 100 dólares para que los reparta.
- Si el proponente fuera totalmente egoísta y el juego solo se practicara una vez, ¿qué elegiría hacer y por qué?
- La figura 2 de este artículo resume el comportamiento de los proponentes que participaron en el juego del dictador (por ejemplo, la primera barra es la proporción de proponentes que dio al receptor un 0 %, la segunda barra es la proporción que le ofreció un 10 %, y así sucesivamente). Propón algunas explicaciones para los datos que se muestran ahí.
- Si fuera posible, juega el juego del dictador con compañeros de clase o tu familia y compara los resultados que obtengas con los comportamientos de los proponentes que se muestran en la figura 2 del artículo.